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    Inauguramos nuevo blog. Como reza su propio título, desde aquí queremos tratar los trastornos que se pueden dar en la adolescencia. Nuestro objetivo es contribuir a la formación del profesorado que se encuentra en contacto con los adolescentes de forma que puedan detectar dichos trastornos y orientar a las familias y a los propios alumnos sobre qué hacer o dónde acudir.

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Archive for 2012

Fin

Hasta aquí hemos tratado todos los contenidos que nos habíamos propuesto. Hemos hablado de los trastornos en la adolescencia que hemos considerado más relevantes, especificando sus criterios diagnósticos y las causas subyacientes a los mismos. A partir de aquí damos por terminado el blog, aunque por supuesto, se quedará abierto a modo de consulta y se actualizará en un futuro si encontramos sugerencias para tratar otros trastornos u aspectos importantes relacionados con  ellos.


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¡Hasta la próxima!

Si bien antes se pensaba que el abuso y la dependencia de las drogas eran resultado de una “debilidad moral”, en la actualidad se considera que influyen una combinación de factores biológicos y psicosociales. 

Dimensiones biológicas: influencias genéticas y familiares; influencias neurobiológicas: en su mayor parte, las experiencias placenteras manifestadas por quienes consumen sustancias psicoactivas explican en parte por qué la gente sigue consumiéndolas. En otras palabras, quizá lo que tengan en común las sustancias psicoactivas sea la capacidad de activar “ruta del placer” y proporcionar al consumidor una experiencias placentera, al menos por un tiempo.

Un aspecto que espera explicación es la forma en que las drogas no solo proporcionan experiencias placenteras (reforzamiento positivo), sino también como ayudan a eliminar experiencias desagradables como el dolor, las sensaciones de enfermedad o la ansiedad (reforzamiento negativo).
De la misma manera, una propiedad de las drogas psicoactivas es que evitan que la gente se siena mal, efecto que es tan poderoso como hacer que se sienta bien. 

Dimensiones psicológicas:
  • Reforzamiento positivo: se ha demostrado que las sustancias que consume la gente y que alteran su estado de ánimo  y su comportamiento poseen efectos únicos. La elevación experimentada con la heroína difiere de forma sustancial de la experiencia de fumarse un cigarrillo, la cual a su vez se diferencia de los efectos de las anfetaminas o el LSD. Con todo, es importante señalar las semejanzas en la forma en que los individuos reaccionan a la mayor parte de estas sustancias. Las sensaciones resultantes de consumirlas son placenteras de cierta forma y algunas personas seguirán consumiendo drogas a fin de experimentar de nuevo el placer.
  • Reforzamiento negativo: La mayoría de los investigadores han considerado la forma en que las sustancias reducen las sensaciones desagradables por medio del reforzamiento negativo. Muchas personas tienen probabilidades de iniciar  y continuar el consumo de sustancias para escapar de las situaciones desfavorables de su vida (dolor físico (opiáceos), tensión  (alcohol) o pánico u ansiedad (benzodiacepinas)). 
Dimensiones sociales: se necesita, pues, un planteamiento completo de los trastornos relacionados con sustancias que comprenda tanto las influencias psicosociales como las biológicas para que la preocupación social se trate de manera adecuada.

Dimensiones culturales: cada cultura posee sus propias preferencias en cuanto a las sustancias psicoactivas, así como sus propias prohibiciones sobre las sustancias que encuentran inaceptables. Las normas culturales influyen en las tasas de abuso y dependencia de las sustancias.

El cannabis (o marihuana) pertenece a los alucinógenos, los cuales modifican la forma en la que el consumidor percibe el mundo. 

La marihuana fue la droga preferida en los años 60 y principios de los 70, quienes fuman esta planta a menudo experimentan percepciones alteradas de la realidad.

Las reacciones a la marihuana en general comprenden variaciones del estado de ánimo. Las experiencias, por lo demás normales, parecen sumamente divertidas o bien la persona podría entrar en un estado semejante al sueño, en el que el tiempo parece detenerse. Los consumidores hablan de una agudización de las experiencias sensoriales: ven los colores de manera más vívida o aprecian sutilezas en la música. Sin embargo, quizá más que cualquier otra droga, la marihuana produce reacciones muy distintas en las personas. No es infrecuente que alguien manifieste que no siente nada con el primer consumo de las drogas y, al parecer, también el individuo puede "suspender" el viaje si está lo suficientemene motivado. Las sensaciones de bienestar generadas por pequeñas dosis pueden convertirse en paranoia, alucinaciones y mareo cuano se consumen grandes cantidades.

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR CANNABIS (DSM-IV) 

A) Consumo reciente de cannabis.

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo deterioro de la coordinación motora, euforia, ansiedad, sensación de que el tiempo trascurre lentamente, deterioro de la capacidad de juicio, retraimiento social) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de cannabis.

C) Dos (o más) de los siguientes síntomas que aparecen a las 2 horas del consumo de cannabis:
            (1) Inyección conjuntival.
            (2) Aumento de apetito.
            (3) Sequedad de la boca.
            (4) Taquicardia.

D) Los síntomas no son debidos a una enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

Nota de codificación: con alteraciones perceptivas.


Ahora, exploraremos las sustancias que pueden conducir a trastornos por abuso de alucinógenos. En esencia los alucinógenos modifican la forma en la que el consumidor percibe el mundo. La vista, el oído, las sensaciones, el gusto y hasta el olfato se perturban, a veces de formas drásticas, cuando la persona se halla bajo el influjo de drogas como la marihuana y el LSD.  


CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR ALUCINÓGENOS (DSM-IV) 

A) Consumo reciente de un alucinógeno.

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo ansiedad o depresión marcadas, ideas de referencia, miedo a perder el control, ideaciones paranoides, deterioro del juicio o de la actividad social o laboral) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo del alucinógeno.

C) Cambios perceptivos que tienen lugar en un estado de alerta y vigilia totales (por ejemplo intensificación subjetiva de las percepciones, despersonalización, desrealización, ilusiones, alucinaciones, sinestesias) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de alucinógenos.

D) Dos (o más) de los siguientes signos que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de alucinógenos:
         (1) Dilatación pupilar.
         (2) Taquicardia.
         (3) Sudoración.
         (4) Palpitaciones.
         (5) Visión borrosa.
         (6) Temblores.
         (7) Incoordinación.

E) Los síntomas no son debidos a una enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

La palabra "opiado" alude a las sustancias químicas naturales de la adormidera de opio que ejercen un efecto narcótico (alivian el dolor e inducen el sueño). En ciertas circunstancias pueden generar trastornos por consumo de opiáceos. 

Estos opiáceos inducen euforia y somnolencia, y disminuyen la respiración. Dosis elevadas pueden llevar a la muerte si se deprime por completo la respiración. Sin embargo, también son analgésicos, sustancias que ayudan a paliar el dolor.   


CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR OPIÁCEOS (DSM-IV)

A) Consumo reciente de un opiáceo.

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo euforia inicial seguida de apatía, disforia, agitación o inhibición psicomotoras, alteración de la capacidad de juicio, o deterioro social o laboral) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de opiáceos.

C) Miosis (o midriasis por anoxia en la intoxicación grave) y uno (o más) de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de opiáceos:

         (1) Somnolencia o coma.
         (2) Lenguaje farfullante.
         (3) Deterioro de la atención o de la memoria.

D) Los síntomas no son debidos a una enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

Nota de codificación: con alteración perceptivas.

La cafeína es la más común de las sustancias psicoactivas, consumida de forma regular por gran parte de la población. Llamada "el leve estimulante", pues se piensa que es la menos perjudicial de las sustancias adictivas, la cafeína también puede conducir a trastornos por consumo de cafeína. 

Esta sustancia se halla en el té, el café y muchos de los refrescos que se venden en la actualidad, así como los productos derivados del cacao.
La cafeína en pequeñas dosis puede elevar el estado de ánimo y disminuir la fatiga. En dosis mayores, en cambio, hace que uno se sienta nervioso y puede generar insomnio. Dado que la cafeína tarda un periodo más o menos largo en abandonar el cuerpo, puede perturbar el sueño si se ingiere a horas próximas a la  de ir a la cama.

Como en el caso de otras sustancias psicoactivas, los individuos reaccionan de formas diversas a la cafeína, unos son muy sensibles y otros pueden consumir cantidades relativamente grandes con un efecto mínimo.

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR CAFEÍNA (DSM-IV)

A) Consumo reciente de cafeína, normalmente más de 250 mg (por ejemplo, más de 2-3 tazas de café).

B) Cinco ( o más) de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de cafeína:
         (1) Inquietud.
         (2) Nerviosismo.
         (3) Excitación.
         (4) Insomnio.
         (5) Rubefacción facial.
         (6) Diuresis.
         (7) Alteraciones digestivas.
         (8) Contracciones musculares.
         (9) Logorrea y pensamiento acelerado.
        (10)Taquicardia o arritmia cardíaca.
        (11)Sensación de infatigabilidad.
        (12)Agitación psicomotora.

C) Los síntomas del criterio B causan un malestar clínicamente significativo o un deterioro laboral o social, o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D) Los síntomas no son debidos a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (por ejemplo un trastorno de ansiedad).

Cuando piensa en los "adictos", ¿qué imágenes le vienen a la mente? ¿Ve a personas sucias y despeinadas, apiñadas en un viejo colchón de un edificio abandonado, esperando el siguiente jeringazo?, ¿le viene la imagen de hombres de negocios amontonados fuera de un rascacielos de la ciudad en una tarde lluviosa fumando cigarrillos furtivamente? Desde luego ambas imágenes son precisas, pues la nicotina del tabaco es una sustancia psicoadictiva que genera patrones de dependencia, tolerancia y abstinencia comparables a los de las otras sustancias que ya analizamos.

La nicotina en dosis bajas estimula el sistema nervioso central, alivia la tensión y mejora el estado de ánimo. Sin embargo, puede ocasionar también presión sanguínea elevada y aumentar el riesgo de cardiopatias y cáncer. Dosis elevadas pueden nublar la visión, generar confusión, conducir a convulsiones y, a veces, hasta ocasionar la muerte. Una vez que el fumador se vuelve dependiente de la nicotina, si no la consume pasa por estos síntomas de abstinencia.  

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA ABSTINENCIA DE NICOTINA (DSM-IV)
 
A) Consumo de nicotina durante al menos algunas semanas.

B) Interrupción brusca o disminución de la cantidad de nicotina consumida, seguida a las 24 horas por cuatro (o más) de los siguientes signos:
         (1) Estado de ánimo disfórico o depresivo.
         (2) Insomnio.
         (3) Irritabilidad, frustración o ira.
         (4) Ansiedad.
         (5) Dificultades de concentración.
         (6) Inquietud
         (7) Disminución de la frecuencia cardíaca.
         (8) Aumento del apetito o del peso.

C) Los síntomas del Criterio B provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D) Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

El uso y abuso de las drogas, como las que conducen a los trastornos por consumo de cocaína, tienen altibajos según las modas sociales, los estados de ánimo y las sanciones. La cocaína reemplazó a las anfetaminas como el estimulante preferido en los años sesenta. La cocaína se deriva de las hojas de la planta de coca, un arbusto que da flores, perteneciente a la flora sudamericana. 

La cocaína, como las anfetaminas, en dosis pequeñas aumenta la receptividad, genera euforia, incrementa la presión sanguínea y el pulso y causa insomnio y pérdida de apetito. La paranoia también es común en quienes abusan de esta sustancia. Al hacer que la frecuencia cardiaca sea más rápida e irregular puede acarrear consecencias fatales dependiendo de la condición física de la persona y la cantidad de droga que se ingiera. 

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR COCAÍNA (DSM-IV) 
 
A) Consumo reciente de cocaína.

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo euforia o embotamiento afectivos, cambios de la sociabilidad; hipervigilancia; sensibilidad interpersonal; ansiedad, tensión o cólera; comportamiento estereotipado; deterioro de la capacidad de juicio o de la actividad social o laboral) que se presentan durante o poco tiempo después del consumo de cocaína.

C) Dos o más de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de cocaína:
         (1) Taquicardia o bradicardia.
         (2) Dilatación pupilar.
         (3) Aumento o disminución de la tensión arterial.
         (4) Sudoración o escalofríos
         (5) Náuseas o vómitos.
         (6) Pérdida de peso demostrable.
         (7) Agitación o retraso psicomotores.
         (8) Debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor en el pecho o arritmias cardíacas.
         (9) Confusión, crisis comiciales, discinesias, distonías o coma.

D) Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

En dosis bajas, las anfetaminas pueden inducir a sensaciones de euforia y vigor y reducir la fatiga. La persona se siente literalmente "en las nubes". Sin embargo, tras el periodo de elevación, el sujeto desciende de nuevo y "choca" hundiéndose en la depresión o el cansancio. En cantidades excesivas, los estimulantes pueden conducir a los trastornos por consumo de anfetaminas. 



CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACIÓN POR ANFETAMINA (DSM-IV)

A) Consumo reciente de anfetamina afines (por ejemplo metilfenidato).

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo euforia o embotamiento afectivos, cambios de la sociabilidad; hipervigilancia; sensibilidad interpersonal; ansiedad, tensión o cólera; comportamiento estereotipado; deterioro de la capacidad de juicio o de la actividad social o laboral) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de anfetamina o sustancias afines.

C) Dos (o más) de los siguientes signos y síntomas, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de anfetaminas o sustancias afines:
          (1) Taquicardia o bradicardia.
          (2) Dilatación pupilar.
          (3) Tensión arterial aumentada o disminuida.
          (4) Sudoración o escalofríos
          (5) Náuseas o vómitos.
          (6) Pérdida de peso demostrable.
          (7) Agitación o retraso psicomotores.
          (8) Debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor en el pecho o arritmias cardíacas.
          (9) Confusión, crisis comiciales, discinesias, distonías o coma.

D) Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental. 

Nota de codificación: con alteraciones perceptivas.

El grupo general de los tranquilizantes comprende fármacos sedantes (calmantes), hipnóticos (inductores de sueño) y ansiolíticos (reductores de ansiedad).
Estas sustancias abarcan los barbitúricos y las benzodiacepinas. Los barbitúricos son una familia de fármacos sedantes sintetizados. Se preescribían para ayudar a la gente a dormir y para reemplazar sustancias como el alcohol y el opio.
Las bezodiacepinas se han utilizado desde los años sesenta, en principio para reducir la ansiedad.

La gente que se sirve de este tipo de sustancias informa que primero siente una elevación placentera y una reducción de la inhibición, similar a los efectos de beber alcohol. Sin embargo, si el consumo continúa pueden darse la dependencia y la tolerancia. Los pacientes que tratan de dejar de tomar el fármaco experimentan síntomas como los de la abstinencia del alcohol (ansiedad, insomnio, estremecimientos y delirio).

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACION POR SEDANTES, HIPNÓTICOS O ANSIOLÍTICOS (DSM-IV) 

A) Consumo reciente de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos.

B) Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (por ejemplo comportamiento sexual inapropiado o comportamiento agresivo, labilidad del estado de ánimo, deterioro de la capacidad de juicio, deterioro de la actividad laboral o social) que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos.

C) Uno (o más) de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos:
          (1) Lenguaje farfullante.
          (2) Incoordinación.
          (3) Marcha inestable.
          (4) Nistagmo.
          (5) Deterioro de la atención de la memoria.
          (6) Estupor o coma.

D) Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

Aunque el alcohol es un tranquilizante, su efecto inicial aparente es estimulante. Por lo general, experimentamos una sensación de bienestar, se reducen nuestras inhibiciones y nos volvemos más extrovertidos. Sin embargo, si se continúa bebiendo, el alcohol dificulta la capacidad de actuar apropiadamente, se reduce la coordinación motriz (tambaleo, habla atropellada), se lentifica el tiempo de reacción, se reduce nuestra capacidad de emitir juicios y hasta la visión y el oído pueden verse afectados de manera negativa. 

Los efectos a largo plazo de beber en exceso son a menudo graves. La abstinencia del consumo crónico de alcohol por lo común comprende estremecimientos e insomnio y, en caso extremo, delirio de abstinencia (o delirium tremens), condición que puede generar alucinaciones aterradoras y estremecimientos corporales. 

Que el alcohol ocasione daños orgánicos depende de la vulnerabilidad genética, la frecuencia de consumo, la duración de la ingesta, los niveles de alcohol en sangre a los que se llega durante los períodos de ingestión y si se da o no tiempo al cuerpo para que se recupere entre una ingestión excesiva y otra. Las consecuencias a largo plazo de beber en exceso comprenden enfermedades hepáticas, pancreatitis, trastornos cardiovasculares y daño cerebral. 

De manera más seria, hay dos tipos de síndromes orgánicos -cerebrales que pueden ser resultado del consumo de alcohol en exceso a largo plazo: la demencia y la enfermedad de Wernicke. La primera implica la pérdida general de capacidades intelectuales y puede ser el resultado directo de la neurotoxicidad. La segunda tiene por resultado confusión, pérdida de coordinación muscular y habla ininteligible. 

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA INTOXICACION POR ALCOHOL (DSM-IV)

A)  Ingestión reciente de alcohol. 

B) Cambios psicológicos comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (sexualidad inapropiada, comportamiento agresivo, labilidad emocional, deterioro de la capacidad de juicio y deterioro de la actividad laboral o social) que se presentan durante la intoxicación o pocos minutos después de la ingesta de alcohol. 

C) Uno o más de los siguientes síntomas que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de alcohol:
(1)    Lenguaje farfullante.
(2)    Incoordinación.
(3)    Marcha inestable.
(4)    Nistagmo.
(5)    Deterioro de la atención o de la memoria.
(6)    Estupor o coma. 
 
D) Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental.

Existen diferentes sutancias que pueden causar adicción. Pueden agruparse en cuatro categorías según sus efectos: 

Tranquilizantes: en primer lugar disminuyen la actividad del sistema nervioso central. El principal efecto es que reducen nuestros niveles de excitación psicológica y nos ayudan a relajarnos. Incluidos en este grupo están el alcohol (alcohol etílico) y los fármacos sedantes, hipnóticos y ansiolíticos de la familia de los barbitúricos (por ejemplo el Seconal) y las benzodiacepinas (Valium o Halcion). 

Estimulantes: estas sustancias hacen que estemos más activos y pueden elevar el estado de ánimo. Incluidas en este grupo se encuentran las anfetaminas, la cocaína, la nicotina y la cafeína. 

Opiáceos: el principal efecto de estas sustancias es que producen analgesia temporal (reducen el dolor) y euforia. En el grupo se encuentra la heroína, el opio, la codeína y la morfina. 

Alucinógenos: estas sustancias alteran la percepción sensorial (la vista, el oído, las sensaciones, el gusto y hasta el olfato se perturban) y pueden generar delirios, paranoia y alucinaciones. En esta categoría se hallan la marihuana y el LSD.

En primer lugar vamos a describir qué se entiende por dependencia para pasar luego a ver sus criterios diagnósticos.

La dependencia de las drogas por lo común se describe como adicción. La persona es psicológicamente dependiente de una droga o de varias, necesita cada vez mayores cantidades de la sustancia para experimentar el mismo efecto (tolerancia) y responde físicamente de manera negativa cuando no la consume (abstinencia). 

Debemos dejar claro que se pueden consumir sustancias sin ser dependiente de ellas, un ejemplo claro de nuestro alrededor puede ser la persona que consume alcohol ocasionalmente.


CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA DEPENDENCIA DE SUSTANCIAS (DSM-IV)
Un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por tres (o más) de los ítems siguientes en algún momento de un periodo continuado de 12 meses:
(1) Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:
a) Una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
b) El efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su consumo continuado.
(2) Abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:
a) El síndrome de abstinencia característico para la sustancia.
b) Se toma la misma sustancia  (o una muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
(3) La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un periodo más largo de lo que inicialmente se pretendía.
(4) Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.
(5) Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (por ejemplo visitar a varios médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (por ejemplo fumar un pitillo tras otro) o en la recuperación de los efectos de la sustancia.
(6) Reducción de actividades sociales, laborales o recreativas importantes debido al consumo de la sustancia.
(7) Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (por ejemplo consumo de la cocaína a pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una úlcera).  

El DSM-IV distingue dos tipos de dependencia:
  • Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia (por ejemplo si se cumplen cualquiera de los puntos 1 o 2).
  • Sin dependencia fisiológica: no hay signos de tolerancia o abstinencia (por ejemplo si no se cumplen los puntos 1 y 2).

    Las adicciones se asocian con el consumo y abuso de sustancias como el alcohol, la cocaína y la heroína, y con otras muchas que modifican la forma de pensar, sentir y comportarse de quien las consume.

    Aunque cada una de las sustancias que vamos a describir tiene efectos únicos, hay semejanzas en sus modalidades de consumo y en la forma en que se trata quienes abusan de ellas.


    Vamos a describir en primer lugar algunos términos importantes:
    • Sustancia: alude a compuestos químicos que se ingieren y alteran el estado de ánimo o el comportamiento. Si bien podríamos pensar en primer término en drogas como la cocaína y la heroína, esta definición comprende también sustancias legales más comunes como el alcohol, la nicotina y la cafeína.
    • Consumo: es la ingestión de sustancias psicoactivas en cantidades moderadas que no interfieren de manera significativa en el funcionamiento social, educativo u ocupacional. La ingestión ocasional de café o alcohol son ejemplos de consumo de sustancias.
    • Intoxicación: es nuestra reacción fisiológica a la ingestión de sustancias. Que una persona se intoxique depende de la sustancia que ingiera, la cantidad que consuma y la reacción biológica personal del individuo. La intoxicación puede experimentarse como cambio del estado de ánimo o como una menor habilidad motriz.
    • Abuso: en el DSM-IV el abuso de sustancias se define según la interferencia significativa de dicha sustancia en la vida de la persona que la consume. Si éstas trastornan la educación, el trabajo o las relaciones del individuo con los demás, le ponen en situaciones de peligro físico o si tiene problemas legales relacionados, entonces se le consideraría como alguien que abusa de sustancias.


    En el desarrollo de graves perturbaciones alimentarias contribuyen factores biológicos, psicológicos y sociales, aunque hay pruebas cada vez más claras de que los más drásticos son los factores sociales y culturales.
      
    Dimensiones sociales: la anorexia y la bulimia son los trastornos psicológicos culturalmente más específicos que se hayan diagnosticado.
    El problema con los estándares actuales es que son cada vez más difíciles de alcanzar, puesto que el tamaño y peso de la mujer promedio ha aumentado con el paso de los años con la mejora de la alimentación; asimismo, hay un aumento general de estatura a lo largo de la historia. Sea cual fuere la causa, el choque entre nuestra cultura y nuestra fisiología ha tenido algunos efectos muy negativos, uno de los cuales es que las mujeres ya no se sienten satisfechas con su cuerpo. Un segundo efecto claro es el aumento radical, en particular entre las mujeres, de la adopción de dietas y ejercicios para alcanzar lo que puede ser en realidad una meta imposible. 

    Dimensiones biológicas: los trastornos de origen alimentario se producen en las familias y, por ende, parecen tener un componente genético.
    En otras palabras, una persona podría heredar una tendencia a ser emocionalmente sensible a los sucesos vitales estresantes y, en consecuencia, podría comer de manera impulsiva en una tentativa por liberarse de su tensión y ansiedad. Esta vulnerabilidad biológica podría interactuar entonces con factores sociales y psicológicos y producir un trastorno alimentario.
    En la actualidad, el consenso es que existen algunas anormalidades neurobiológicas en las personas con trastornos alimentarios, pero que son resultados de la semi-inanición o de un ciclo de comilona y purga, en lugar de una causa, aunque tal vez contribuyan a que el trastorno se mantenga una vez que se establece. 

    Dimensiones psicológicas: las observaciones clínicas señalan que muchas jóvenes con trastornos alimentarios tienen una menor sensación de control personal y de confianza sobre sus capacidades y talentos. También muestran actitudes perfeccionistas aprendidas, quizá en sus propias familias, que pueden estar reflejando intentos por ejercer control sobre los acontecimientos importantes de su vida.
    A las mujeres con trastornos alimentarios les preocupa intensamente la forma en que las perciben los demás, también se ven a sí mismas como unas farsantes, pues consideran como falsa cualquier impresión que puedan dar de ser adecuadas, autosuficientes o dignas de consideración. En este sentido, se sienten impostoras en sus grupos sociales y experimentan niveles de ansiedad social elevados, es probable que estas deficiencias sociales personales aumenten como consecuencia del trastorno alimentario, lo que aísla más a la persona del mundo social.


    Tanto la anorexia como la bulimia se caracterizan por un temor morboso a subir de peso y perder el control en la forma de comer. La principal diferencia es que las personas con anorexia se sienten orgullosas de sus dietas así como de su extraordinario control, en cambio, quienes sufren bulimia se avergüenzan tanto de problema como de su falta de control. La anorexia y la bulimia se solapan en gran medida, muchas personas con bulimia cuentan con un historial de anorexia.

    Aunque la disminución de peso corporal es la característica más notable del anorexia nerviosa, no es el punto central del trastorno. Muchas personas pierden peso por un problema de salud, pero las que sufren anorexia tienen un intenso temor a la obesidad y buscan de manera incansable estar delgadas. Lo más común es que el trastorno comience en una adolescente que tenga sobrepeso real o que así se percibe, la afectada inicia entonces una dieta que crece y se convierte en una preocupación obsesiva por estar delgada. 

    El DSM-IV especifica dos subtipos de anorexia nerviosa. En el restrictivo, los individuos se someten a una dieta para limitar su ingestión de calorías; en el de voracidad alimentaria y purga, dependen de este último recurso. A diferencia de los individuos con bulimia, la persona con anorexia de subtipo voracidad alimentaria y purga se harta con cantidades relativamente pequeñas de alimento y se purga con mayor regularidad, en algunos casos cada vez que come.

    Un criterio clave del anorexia es que haya una acentuada alteración de la imagen corporal.

    CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA ANOREXIA NERVIOSA (DSM-IV)
     
    A) Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla (por ejemplo, pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85% del esperable, o fracaso en conseguir el aumento de peso normal durante el periodo de crecimiento, dando como resultado un peso corporal inferior al 85%  del peso esperable).

    B) Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.

    C)Alteración de la percepción del peso o la silueta corporal, exageración de su importancia en la autoevaluación, o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.

    D) En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea; por ejemplo, ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos (se considera que una mujer presenta amenorrea cuando sus menstruaciones aparecen únicamente con tratamientos hormonales, por ejemplo con la administración  de estrógenos).

    La característica distintiva de la bulimia nerviosa es la ingestión de una gran cantidad de alimento, por lo común, más comida basura que frutas y verduras. La ingestión calórica de las comilonas varía significativamente de una persona a otra. Tan importante como la cantidad de alimento ingerido es el hecho de que la ingestión se experimenta como algo fuera de control.

    Otra característica muy importante de este tipo de trastorno alimentario es que el individuo trata de compensar la comilona y el potencial aumento de peso casi siempre por medio de técnicas de purga. Entre éstas se encuentra el vómito autoinducido inmediatamente después de comer y el consumo de laxantes y diuréticos. Algunas personas emplean ambos métodos, otras tratan de compensarlo de formas diferentes. Hay quienes hacen ejercicio en exceso (aunque el ejercicio riguroso suele ser más característico de la anorexia nerviosa) y quienes ayunan largos períodos entre comilonas. 


    La bulimia nerviosa se subtipifica en el DSM-IV como purgativa y no purgativa. Cerca de las dos terceras partes de las personas bulímicas se purgan. Diversos estudios comparan a personas bulímicas que se purgan con otras que no lo hacen, estos estudios revelan que las primeras manifiestan una psicopatología más grave que las que no se purgan, y ello comprende episodios más frecuentes de comilonas, una mayor prevalencia vital del trastorno de depresión mayor y del de pánico, y puntuaciones más elevadas en las mediciones de actitudes y conductas alimentarias perturbadas.


    CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA LA BULIMIA NERVIOSA (DSM-IV) 

    A) Presencia de comilonas recurrentes. Una comilona se caracteriza por: 
    1. Ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo (por ejemplo, en un periodo de dos horas) en cantidad superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un periodo de tiempo similar y en las mismas circunstancias. 
    2. Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento (por ejemplo, sensación de no poder parar de comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo). 
    B) Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no ganar peso, como son provocación del vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno y ejercicio excesivo.

    C) Las comilonas y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos dos veces a la semana durante un periodo de 3 meses. 

    D) La autoevaluación esta exageradamente influida por el peso y la silueta corporales. 

    E) La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nerviosa.

    Aunque algunos de los trastornos alimentarios pueden ser mortales, muchas veces no somos conscientes de lo extendidos que están en nuestra sociedad. Comenzaron a aumentar durante los años 50 y principios de los 60 y los casos se han extendido en las décadas siguientes. Este tipo de trastornos suelen darse en un segmento más o menos reducido de la población. Más del 90% de los casos graves comprenden a mujeres jóvenes, sobre todo de familias de nivel socioeconómico alto, que vive en un ambiente socialmente competitivo.

    A continuación ofrecemos un resumen de los dos tipos de trastornos alimentarios más comunes y que desarrollaremos en las siguientes entradas:

    Bulimia nerviosa: se caracteriza por episodios alimentarios desenfrenados, o comilonas, que van seguidos de vómito autoinducido, consumo excesivo de laxantes u otras tentativas de “purga” (eliminación) de lo ingerido.
    El DSM-IV especifica dos subtipos de bulimia nerviosa: 
    • Tipo purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.  
    • Tipo no purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el individuo emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
    Anorexia nerviosa: se caracteriza cuando la persona no ingiere más que cantidades mínimas de alimento, de modo que su peso corporal se reduce a veces peligrosamente.
    El DSM-IV especifica dos subtipos de anorexia nerviosa: 
    • Tipo restrictivo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo no recurre regularmente a comilonas o a purgas (por ejemplo, provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas). 
    • Tipo compulsivo/purgativo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo recurre regularmente a comilonas o purgas (por ejemplo, provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).
    La característica principal de estos trastornos afines es un impulso abrumador, y que lo abarca todo, por estar delgados.

    Aunque parezca muy probable que exista una predisposición biológica, los investigadores aún no han descubierto las contribuciones biológicas específicas al trastorno de la identidad. Las primeras investigaciones sugieren que, como en el caso de la orientación sexual, niveles ligeramente elevados de testosterona o de estrógenos en ciertos períodos críticos del desarrollo podrían masculinizar un feto femenino o feminizar uno masculino. Sin embargo, los científicos aún tienen que establecer un vínculo entre la influencia hormonal prenatal y la identidad sexual posterior.

    Hay algunas pruebas de que la identidad sexual se confirma entre los 18 meses y los 3 años de edad y queda más o menos fija después de este momento. No obstante, los estudios sugieren que hay factores biológicos preexistentes que tienen su repercusión.

    Todas estas son hipótesis que aún tienen que ser demostradas por más estudios, por lo que podemos decir que las causas de la identidad sexual equivocada son aún un misterio.



    ¿Qué es lo que hace pensar a alguien que es un hombre o una mujer? Es algo más que sus patrones de excitación sexual o su anatomía. La esencia de su masculinidad o feminidad es una sensación profundamente arraigada, llamada identidad sexual. El trastorno de la idntidad sexual está presente si el género físico de una persona no es congruente con su sentido de identidad. Quienes presentan este trastorno se sienten atrapados en un cuerpo del sexo equivocado.



    CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA EL TRASTORNO DE LA IDENTIDAD SEXUAL (DSM-IV)
    A) Identificación acusada y persistente con el otro sexo (no sólo el deseo de obtener las supuestas ventajas relacionadas con las costumbres culturales).

    En los niños el trastorno se manifiesta por cuatro o más de los siguientes rasgos:
    1. Deseos repetidos de ser, o insistencia en que uno es, del otro sexo.
    2. En los niños, preferencia por el travestismo o por simular vestimenta femenina; en las niñas, insistencia en llevar puesta solamente ropa masculina.
    3. Preferencias marcadas y persistentes por el papel del otro sexo o fantasías referentes a pertenecer al otro sexo.
    4. Deseo intenso de participar en los juegos y los pasatiempos propios del otro sexo.
    5. Preferencia marcada por compañeros del otro sexo.
    En los adolescentes y adultos la alteración se manifiesta por síntomas tales como un deseo firme de pertenecer al otro sexo, ser considerado como del otro sexo, un deseo de vivir o ser tratado como del otro sexo, o la convicción de experimentar las reacciones y las sensaciones típicas del otro sexo.

    B) Malestar persistente con el propio sexo o sentimiento de inadecuación a su rol.

    En los niños la alteración se manifiesta por cualquiera de los siguientes rasgos: en los niños, sentimiento de que el pene o los testículos son horribles o van a desaparecer, de que sería mejor no tener pene, o aversión hacia los juegos violentos y rechazo a los juguetes, juegos y actividades propias de los niños; en las niñas, rechazo a orinar en posición sentada, sentimientos de tener o de presentar en el futuro un pene, de no querer poseer pechos ni tener la regla o aversión acentuada hacia la ropa femenina.

    En los adolescentes y los adultos la alteración se manifiesta por síntomas como preocupación por eliminar las características sexuales primarias y secundarias (por ejemplo pedir tratamiento hormonal, quirúrgico u otros procedimientos para modificar físicamente los rasgos sexuales y de esta manera parecerse al otro sexo) o cree que se ha nacido con el sexo equivocado.

    C) La alteración no coexiste con una enfermedad intersexual.

    D) La alteración provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

    Se distingue entre trastorno de la identidad sexual en niños y trastornos de la identidad sexual en adolescentes o adultos. Además para los individuos sexualmente maduros se especifica si existe atracción sexual por los varones, por las mujeres, por ambos sexos o por ninguno.

    Existe una teoría integradora de la etiología de los trastornos del estado de ánimo que considera la interacción de las dimensiones biológica, psicológica y social.
    • Dimensión biológica: estudios con gemelos sugieren que existe una vulnerabilidad genética. Otros estudios recientes sugieren también que existen diferencias de género en la vulnerabilidad genética la depresión, siendo la tasa más elevada de trastornos depresivos en las mujeres. Como la mayor parte de los trastornos psicológicos, la contribución genética parece ser resultado de muchos genes, y no de uno solo.
    • Dimensión psicológica:los sucesos estresantes están en la mayoría de ocasiones en el origen de la depresión, pero es muy importante el contexto de dicho suceso y el significado que tiene para el individuo. No todas las personas que experimentan un suceso estresante se deprimen, por lo que podemos decir que hay en la interacción de sucesos vitales estresantes y cierta clase de vulnerabilidad, ya sea genética, psicológica o una combinación de ambas. Algunos autores proponen que la depresión tal vez sea producto de una tendencia a interpretar los sucesos cotidianos de manera negativa, para estas personas los más insignificantes reveses son las peores catástrofes. Tras una serie de sucesos negativos en la infancia, los individuos pueden desarrollar un esquema negativo profundamente arraigado.
    • Dimensión social y cultural: los datos sobre la prevalencia de los trastornos del estado de ánimo indican desequilibrios de género muy marcados. Aunque el trastorno bipolar se divide de manera uniforme entre hombres y mujeres, cerca del 70% de los individuos con trastorno depresivo mayor son mujeres. Lo que resulta sorprendente es que este desequilibrio de género es constante en todo el mundo. La fuente de estas diferencias es cultural, está en los roles sexuales asignados a los hombres y a las mujeres en nuestra sociedad. Además el apoyo social desempeña una función importante la aparición de la depresión.

    Existe un aparente solapamiento entre la ansiedad y la depresión. Ahora sabemos que casi cualquiera que presenta una depresión, en particular alto grado de tener un trastorno, también se encuentra en estado de ansiedad (Barlow, 2002). Varios estudios han confirmado que la depresión mayor casi siempre sigue a la ansiedad y puede ser consecuencia de ella.

    Vamos a ver a continuación los síntoma específicos de ansiedad y de depresión, así como los sintomas compartidos por ambos trastornos.

    Síntomas de ansiedad pura:
    • Aprensión.
    • Tensión.
    • Estado de tensión nerviosa.
    • Estremecimiento.
    • Preocupación excesiva.
    • Pesadillas.
    Síntomas de depresión pura:
    • Desamparo.
    • Estado de ánimo deprimido.
    • Pérdida de interés.
    • Falta de placer.
    • Ideación suicida.
    • Disminución de la libido.
    Síntomas mixtos de ansiedad y depresión:
    • Anticipación de lo peor.
    • Preocupación.
    • Mala concentración.
    • Irritabilidad.
    • Hipervigilancia.
    • Sueño insatisfactorio.
    • Llanto.
    • Culpa.
    • Cansancio.
    • Mala memoria.
    • Insomnio.
    • Sentimientos de escasa valía personal.
    • Desesperanza.

    Una característica primordial de los trastornos bipolares es la tendencia de los episodios maniacos a alternarse con episodios depresivos mayores en una vuelta de montaña rusa interminable que va desde las cimas de la euforia a las profundidades de la desesperación. Más allá de esto, los trastornos bipolares son paralelos en varios sentidos a los trastornos depresivos.

    CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA EL TRASTORNO BIPOLAR II [DSM -  IV]

    A) Presencia (o historia) de uno o más episodios depresivos mayores.
    B) Presencia (o historia) de al menos un episodio hipomaniaco.
    C) No ha habido ningún episodio maniaco.
    D) Los síntomas afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico no especificado.
    E) Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

    Especificar el episodio actual o más reciente:
    • Hipomaniaco: si el episodio actual (o más reciente) es un episodio hipomaniaco.
    • Depresivo: si el episodio actal (o más reciente) es un episodio depresivo mayor.
    Especificar (para el episodio depresivo mayor actual o el más reciente solo si el tipo más reciente de episodio afectivo):
    • Especificaciones de gravedad/psicosis/remisión.
    • Crónico.
    • Con síntomas catatónicos.
    • Con síntomas melancólicos.
    • Con síntomas atípicos.
    • De inicio en el postparto.
    Especificar:
    • Especificaciones de curso longitudinal (con y sin recuperación interepisódica).
    • Con patrón estacional (sólo es aplicable al patrón de los episodios depresivos mayores).
    • Con cíclos rápidos.

    El trastorno del estado de ánimo más fácil de reconocer es el trastorno depresivo mayor, episodio único, que se define por la ausencia de episodios maniacos o hipomaniacos antes o durante el episodio. Sabemos ahora que es poco frecuente que se dé un solo episodio depresivo aislado en la vida.

    CRITERIOS DIAGNÓSTICOS PARA EL TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR, EPISODIO ÚNICO (DSM-IV)

    A) Presencia de un único episodio depresivo mayor.
    B) El episodio depresivo mayor no se explica mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no está superpuesto a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico no especificado.
    C)  Nunca se ha producido un episodio maniaco, un episodio mixto o un episodio hipomaniaco. Nota: esta exclusión no es aplicable si todos los episodios similares a la manía, a los episodios mixtos o a la hipomanía son inducidos por sustancias o por tratamientos, o si se deben a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica.

    Codificar el estado del episodio actual o más reciente:
    .0 Leve.
    .1 Moderado.
    .2 Grave sin síntomas psicóticos.
    .3 Grave con síntomas psicóticos.
    .4 En remisión parcial/en remisión total.
    .9 No especificado.

    Especificar (para el episodio actual o para el más reciente):
    • Crónico.
    • Con síntomas catatónicos.
    • Con síntomas melancólicos.
    • Con síntomas atípicos.
    • De inicio en el posparto.
     Si se dan dos o más episodios depresivos mayores separados por un periodo de al menos dos meses, durante los cuales el individuo no se deprime, se diagnostica un trastorno depresivo mayor recurrente.

    El trastorno distímico comparte muchos de los síntomas del trastorno depresivo mayor pero difiere en cuanto a su curso. Los síntomas son algo más ligeros aunque permanecen más o menos sin cambio por largos periódos. Este trastorno se define como un estado de ánimo persistente deprimido durante al menos dos años, sin que el paciente esté libre de síntomas más de dos meses seguidos.

    A modo de perpectiva general:
    Los trastornos aquí descritos se han clasificado bajo varias catgorías generales diferentes, como "trastornos depresivos", "trastornos afectivos" o incluso "neurosis depresivas". Desde el DSM-III-R, estos problemas se han agrupado bajo el título de trastornos del estado de ánimo, pues se caracterizan por marcadas desviaciones del estado de ánimo, aunque aquí los estamos llamando "trastornos depresivos".

    En los niños y adolescentes:

    Se podría suponer que la depresión exige cierta experiencia de la vida, que una acumulación de sucesos negativos podría generar pesimismo, lo cual llevaría a la depresión.
    Como muchas suposiciones razonables en psicopatología, ésta no es por completo correcta. ¡Ahora contamos con pruebas de que los bebés de tres meses de edad pueden llegar a deprimirse!

    La mayor parte de las investigaciones coincide en que los trastornos del estado de ánimo son fundamentalmente similares en niños y en adultos. Por lo tanto, no hay trastornos del estado de ánimo "infantiles" en el DSM-IV que sean específicos de una etapa de desarrollo, a diferencia de los trastornos de ansiedad.

    Los cálculos sobre la prevalencia de estos trastornos en los niños y adolescentes varían en un amplio margen. La conclusión general es que los trastornos depresivos se dan con menos frecuencia en los niños que en los adultos pero ésta se eleva de manera muy considerable en la adolescencia cuando, en todo caso, la depresión es más común que en la edad adulta.

    El trastorno depresivo mayor en los adolescentes es también en su mayor parte femenino, como lo es en los adultos.
    Estos trastornos en niños y en adolescentes son muy serios por sus posibles consecuencias. Las tasas de intento de suicidio, por ejemplo, se disparan durante la adolescencia.

    Como hemos dicho, muchos de nosotros tenemos a veces pensamientos intrusivos y en ocasiones nos entregamos a alguna conducta ritual, sobre todo cuando nos hallamos bajo tensión, pero pocos desarrollamos el trastorno obsesivo-compulsivo. Al igual que ocurre con el trastorno de pánico y el estrés postraumático, la persona tiene que desarrollar una ansiedad centrada en la posibilidad de tener pensamientos intensivos adicionales.

    Los pensamientos repetitivos, intrusivos e inaceptables del TOC tal vez los regule una parte del circuito cerebral (que no vamos a detallar porque no lo consideramos relevante para el objetivo de este blog). Sin embargo, la tendencia a desarrollar la ansiedad y tener pensamientos compulsivos adicionales puede contar con los mismos precursores biológicos y psicológicos que la ansiedad en general.

    Pero, ¿por qué quienes tienen el TOC centran su ansiedad en los pensamientos intrusivos ocasionales más que la posibilidad de un ataque de pánico o alguna otra situación externa? Una hipótesis es que las experiencias tempranas les enseñan que algunos pensamientos son peligrosos e inaceptables, de que las terribles cosas que piensan podrían suceder realmente y ellos serían los responsables. Esto provocaría una vulnerabilidad psicológica específica para desarrollar el trastorno. Las personas con TOC igualan pensamientos con las acciones o la actividad específicas representadas por los pensamientos, esto puede estar causado por actitudes de excesiva responsabilidad y sentimientos de culpa, todo ello desarrollado durante la infancia.

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